sábado, 5 de octubre de 2013



El DIEZMO

Se considera la décima parte de la renta de una persona. Originalmente dedicado al uso sagrado. Varias naciones de la antigüedad lo practicaban y era conocido por los patriarca del antiguo testamento (Gn.14:28; 28:10-22) la ley mosaica lo establecía sobre los frutos de la tierra y el ganado (Lv.27:30-33; Núm.18:27) eran entregado en su totalidad a los levitas que eran las clase sacerdotal en Israel para el sostén de ellos y el culto a Dios (Núm.18:21-32; Deut.12:17-29; 14:22). Esta práctica decaían a veces mereciendo severa amonestaciones (2Cro.31:4-12; Mal.3:7-11) que salían ser oída y obedecida (2Cro.31:11). El pago del diezmo continuaba en tiempo de Cristo (Luc.11:42; 18:12; Heb.7:5) pero no fue prescrito a los cristianos ni por Cristo ni por los Apóstoles; porque bajo la economía de la gracia se espera que todo creyente aporte  con un corazón bien dispuesto <<como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre>> (2 Cor.9:7).

El creyente es exhortado a dar no por una norma impuesta, sino presentándole el ejemplo de gracia del mismo señor Jesucristo que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico (2 Cor.9:7). .No es el diezmo del cristiano lo que corresponde al señor, sino todo su ser; puesto que ha sido comprado <por precio> (1Cor.6:20; 7:23); y debe ser eficaz administrador de todo lo que el señor ha puesto en sus manos. Para la gloria de Dios debe ser. 

como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre (2 Cor.9:7).


sábado, 20 de abril de 2013

Predico


“Predico” este calificativo viene (del gr. ekéruxen).  La forma básica de esta palabra es kerísso. Este término, con sus respectivas conjugaciones, aparece 60 veces en el NT. Generalmente tiene una connotación de “proclamar” (1 Ti 3:16), “pregonar” (Ro 2:21), “anunciar”, “mencionar públicamente” ya sea un edicto, una advertencia, o una noticia. Este término mayormente significa “predicar/proclamar el evangelio” (Véase- Hch. 8:5; 9:20; 10:37; 10:42; 15:21; 19:13; Ro 10:8;10:14; 10:15; 1 Co 1:23; 9:27; 15:12; 15:11; 1 Ti 2:9; Fil 1:15; Gá 5:11; 2:2; 2 Co 1:19;4:5; 11:4), lo que implica un llamado al arrepentimiento. En el AT es usado en la “proclamación de un edicto” (Gn 41:43), una convocatoria (Éx 32:5; Joel 1:14; 2:15; Jon 3:5), “anunciar una noticia” (Éx 36:6; 2 Cr20:3; 24:9; Joel 4:9), “pregonar” (Est 6:9, 11; Prov 1:21), “proclamar” (Dn 3:4).

En resumen, en el AT, la palabra kerísso tiene una connotación de proclamar, anunciar o convocar algún evento. Evidentemente en (1 Pedro 3:19) este calificativo es usado en retrospectiva para dar entender de cómo Noé inspirado por el espíritu de Cristo, también fue  “pregonero de Justicia” cuando se preparaba el arca ante del diluvio. (Comp. 1P.1:10,11; 2 P.2:5).

©  Por Luis Rodriguez. Débil es la razón sino se llega a comprender que hay un Dios que la sobrepasa.  . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia en virtud de proclamar el Señorío de Cristo nuestro Dios.


Los espíritus encarcelados


Los “espíritus encarcelados”

Los términos “espíritus” y “encarcelados”. Deben ser analizados con el objetivo de identificar a estos “espíritus” y el sentido de estar “encarcelados” según (1P.3:19,20).

  1. Espíritus del (gr. pneúmasin) de la cual se deriva la palabra pneuma (pneu`ma,) denota en primer lugar  viento (relacionado con pneo, aliento, soplo vida, respirar). «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra,  y sopló en su nariz aliento de vida,  y fue el hombre un ser viviente.» (Gén. 2:7), además de su significado usual (aliento o vida), este sustantivo hace referencia tanto  a los  (espíritus buenos y  malos) y en su  género gramatical designa tanto al Espíritu de Dios o Espíritu  Santo, espíritu del hombre y el espíritu del Maligno (Véase- Gén.1:2; 25:17; Ex.31:3 heb.1:7; 3:7; Luc.7:21). La palabra  pneuma  es usada  para designar a todos ser vivientes, esto incluye también, a los animales que tienen  el  espíritu de vida. «Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices,  todo lo que había en la tierra,  murió. Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra,  desde el hombre hasta la bestia,  los reptiles,  y las aves del cielo;  y fueron raídos de la tierra,  y quedó solamente Noé,  y los que con él estaban en el arca.» (Gén. 6:17; 7:15, 22-23).  Pedro en el contexto de (3:18-20) en su primera carta no está refiriéndose a otras personas que no fueran, aquellos espíritus que antes del diluvio desobedecieron a Dios. Seres con vida «en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron,  cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé,  mientras se preparaba el arca,  en la cual pocas personas,  es decir,  ocho,  fueron salvadas por agua.»  (1 Pe 3:19,20).
  1. “Encarcelados” esta vocablo del que hace uso el Apóstol Pedro para referirse a Cárcel, viene del (gr. philaké).  Este sustantivo aparece 19 veces en el NT: y tiene dos connotaciones: “cárcel” y “prisión”. y se traduce en calabozo; tanto, puede referirse a cárcel literal y en uso figurado puede referirse a la esfera del mundo espiritual. (Véase. Mat. 14:3; 25:36,39; Mr.6:17, 28; Lc.3:20; Hech.12:4; 1 P. 3:19; Is. 42:7; 49:9; 61:1). Otra palabra utilizada para definir prisión o abismo es la palabra: (heb. Tejóm) y define a un lugar profundo debajo de la masa de agua del océano. Recordemos que al principio de la creación las aguas cubrían la faz del abismo; por tanto, esa prisión llamada abismo se encuentra en el fondo del mar. (Gén. 1:2). La palabra <Abismo> del (gr. Abyssos) literalmente significa (profundidad grande y peligrosa) <sin fondo> abismo es el lugar escogido soberanamente por Dios para encerrar a Satanás y los demonios (véase. Lc. 8:31; Ap.20:1).  Algunos le llaman a este lugar el Tártaro, que es un lugar más abajo del hades. Lo ven como sinónimo de infierno y abismo por su uso relacionado en la segunda carta de Pedro «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron,  sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad,  para ser reservados al juicio;» (2 Pe.2:4), aquí  se menciona las “prisiones  de oscuridad”. 
No hay duda que los ángeles que pecaron se hallan en un lugar llamado “Tártaro” en cadenas, Están en prisiones de oscuridad reservados para juicio final. (Véase también Judas 6). No obstante, en 1 Pedro 3: 18-20  el Apóstol usa la misma figura: para hablar de los espíritus encarcelados específicamente aquellos que estaban bajo la influencia del pecado de desobedientes mientras Noé preparaba el arca. No se trata aquí  de una cautividad física consignada al hade donde el cuerpo físico puede ver corrupción «Porque no dejarás mi alma en el Seol [sepulcro], ni permitirás que tu santo vea corrupción»  (Sal.16:10; Hech.2:27,31); sino más bien espiritual; es decir, cautivos del pecado. No es nada extraño desde la perspectiva antiguo testamentario que los espíritus sujetados por el pecado pueden ser considerados como "espíritus encarcelados" prisionero, cautivo de sus pecados. (Véase. Is.61:1; Luc. 4:18; Rom.7; 23). El hombre puede estar muerto aun cuando siga respirando. (Ef.2:1).   «Pero veo otra ley en mis miembros,  que se rebela contra la ley de mi mente,  y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.» (Ro.7:23). Una persona no es libre cuando desatas las cadenas de sus manos o cuando sale de una prisión, comienza hacerlo cuando se emancipa de sus pecados. El único sentido que una persona puede ser verdaderamente libre es el contexto de Juan 8:32, «y conoceréis la verdad,  y la verdad os hará libres.»  (Mar.5:1-19)

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Los hijos de Dios


Hombres o Ángeles: Estudio Sobre Génesis 6

    Génesis 6:
1Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. 3Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. 4Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.
5Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.6Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. 7Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. 8Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.

La frase “hijos de Dios”, y la frase “hijas de los hombres”, han causado mucha discusión en nuestros días. Indudablemente este es un pasaje que ha llevado a especulaciones  con respecto a quienes son los hijos de los hombres y los hijos de Dios. Muchos afirman que los hijos de Dios eran ángeles. (Ver Job 1.6; 2.1; 38.7; Sal 29.1; 89.7); ¿Pero  en realidad esto es  lo que dice la biblia?

¿Quiénes son los hijos de Dios?
Cuando nosotros nos acercamos a Génesis 6 debemos hacerlo a la luz de la declaración que encontramos en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.  Dios se está dirigiendo a la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y decreta que a partir de ese momento existirá por siempre una enemistad, una separación y una guerra entre él y su simiente. 

Esa enemistad, separación y guerra comienzan a manifestarse de inmediato en los dos primeros hijos de Adán y Eva: Caín y Abel.   Del mismo relato de Génesis tres, es claro que Caín representa a la simiente de la serpiente, pues sus actos homicidio contra su hermano así lo revela. (Gen.4). La revelación del Nuevo Testamento, nos dice que “Caín era del maligno” (1Jn. 3:12). En Gn. 3:17-24 se describe la descendencia de Caín, en la cual se destaca a Lamec, quien llega a superar a su antecesor en su carácter violento y asesino que quedó registrado en el cántico de Lamec. Sin embargo la simiente santa no se extinguió con Abel, sino que Dios levantó a Set (Gn. 4:25), a quien le nació un hijo, Enós, que marcó un una diferencia en su generación: “Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Gn. 4:26).

Podemos ver como Dios hizo una separación estableciendo dos linajes diferentes, una, son fieles a Dios y la otra hace lo malo delante de su creador (Gen.4:1). Aquí se está hablando de dos simientes, hijos de Dios e hijos de los hombres «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,  para que seamos llamados hijos de Dios;  por esto el mundo no nos conoce,  porque no le conoció a él» (1Jn 3:1).  De Set se dice que fue un hijo engendrado a imagen y semejanza. (Comp. Gén. 5:3; 1:26). El pasaje de Lucas (3:38)  Nos confirma esto al leer que Adán es hijo de Dios.

6:1-2  A la luz de lo ya ante expuesto  vemos  que los “los hijos de Dios”  estos son los profesaban el nombre del Dios verdadero que luego tomaron por esposas a “las hijas de los hombres” es decir, (profanas, pecadoras sin temor a Dios). La santidad de Set no se guardo a sí misma, sino que se mezclaron con la descendencia anatema de Caín. «Tomaron para sí mujeres y escogieron entre todas»

6:3- Hay dos freces clave en este versículo «no contenderá» y la otra es porque no es más que un simple mortal ciertamente el es  «carne» es decir, falible, incurablemente corrompido. Dios está disgustado por causa  del hombre  por sus relaciones con mujeres extrajeras las cuales probablemente adoraban otros dioses (Núm. 25). 

En todo momento el pasaje hace referencia al hombre no ángeles.   « Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años por seis veces el pasajes habla de hombres para referirse tanto a “hijos de Dios”, como a las “hijas de los hombres”. Basta con saber que todo aquel que creen su nombre y hace su voluntad, Dios le da el derecho y la potestad de ser hijos de Dios (Véase. Jn.1:12; Mat.5:9; Ro.8, 14-16; Ga.3:26; 1Jn.3:1).  El versículo parece anunciar que el periodo de gracia entre la proclamación del juicio de Dios y la ejecución serian de cientos veintes años. (Véase. 1P. 3:20). Podría significar para muchos también, a que el periodo de tiempo en la vida del hombre se limitaría de aquí en adelante a 120 años; no obstante, choca con la misma escritura (véase. Núm. 11:10-26). Hay una prorroga, un lapso de tiempo para  arrepentirse de sus malos caminos.


6:4- Gigantes   personas de gran estaturas y fuerza (véase. Núm.13:31-33). La palabra  hebrea Nefilim significa (los caídos) , antes los hombres eran héroes de la antigüedad, hombre de renombre, pero antes Dios eran pecadores, (los caídos)  listo para recibir el juicios de Dios      

Debo agregar Mateo 22: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.".Este pasaje alude el tipo de relación que se tendrá en el cielo, diciendo que no se casaran ni se darán en casamiento y usa como referencia el tipo de relación que tienen los ángeles. (Mr.12:25)

Aunque el relato bíblico contiene aspectos oscuros, su intención es afirmar una vez más la incontenible expansión del pecado y la corrupción creciente del género humano. 


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miércoles, 30 de enero de 2013

El Conflicto entre Israel y Palestina: Una perspectiva histórica


El Conflicto entre Israel y Palestina: Una perspectiva histórica

El conflicto árabe-israelí es aquel entre el Estado de Israel y sus vecinos árabes, en particular los palestinos. Su definición, historia y posibles soluciones son materia de permanente debate en la que ambos estado no logran ponerse de acuerdo. Al día de hoy, las principales cuestiones, son la soberanía de la Franja de Gaza y Cisjordania, la eventual formación de un Estado palestino en dichas áreas, el estatus de la parte oriental de Jerusalén, de los Altos del Golán y de las Granjas de Shebaa, el reconocimiento de Israel y Palestina y de su derecho a existir y vivir en paz al abrigo de amenazas y actos de fuerza, así como la relación de Israel. Con Siria y el Líbano. Actualmente Israel tiene tratados de paz vigentes con Egipto y Jordania que garantizan su convivencia pacífica… 
El 27 de Octubre de 1994, en un discurso pronunciado en la Knésset o Parlamento israelí, el entonces presidente de EUA, Bill Clinton, citó las siguientes palabras que un pastor le dirigió a él antes de llegar a la presidencia: “Si tu abandonas a Israel, Dios nunca te lo perdonará… Es la voluntad de Dios que Israel, el hogar bíblico del pueblo de Israel, continúe por siempre y siempre”.
Y luego concluyó su discurso con estas palabras: “Hasta que alcancemos una paz comprensiva en el Medio Oriente y después de que esa paz comprensiva sea alcanzada…, sepan esto: Vuestra travesía es nuestra travesía, y América permanecerá a vuestro lado hoy y siempre”. Independientemente del propósito político que pueda haber detrás de estas palabras, hay tres aseveraciones aquí que no podemos pasar por alto: En primer lugar, según el presidente Clinton, si EUA abandona a Israel estaría cometiendo un pecado contra Dios; en segundo lugar, según él, Israel posee un derecho divino sobre la tierra de Palestina; y en tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, EUA está comprometido con prestar una ayuda incondicional a la nación de Israel. Ahora bien, a la luz de las enseñanzas de las Escrituras, ¿cuál es el lugar que ocupa la nación de Israel actualmente dentro del plan redentor de Dios? ¿Se cumplió alguna profecía bíblica en mayo de 1948, cuando David Ben Gurión proclamó el nacimiento del Estado de Israel en las Naciones Unidas?  Estas son algunas de las preguntas que quiero responder en estos artículos, ahora que Palestina fue reconocida en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) como “Estado Observador" no miembro” de la organización, el 29 de Noviembre pasado.
Para comprender el drama que hoy se vive en Medio Oriente debido al conflicto árabe – israelí, debemos retroceder en el tiempo.  Desde el siglo I d. C. los judíos han vivido en el exilio, si bien ha habido una constante presencia de judíos en la Tierra de Israel. Pero tras la rebelión de Bar  Kojba (132–135), los judíos fueron expulsados de la Tierra de Israel para formar la Diáspora judía. Ya a mediados del siglo II d.C. cuando los judíos fueron expulsados definitivamente de la tierra de Israel por el Imperio Romano. Unas 6 décadas después de que el templo de Jerusalén fuera destruido por Tito, en el año 70 d.C., el emperador Adriano se propuso reconstruir Jerusalén como una ciudad griega. Esto fue considerado por los judíos como una profanación de sus lugares sagrados, lo que provocó un violento levantamiento en el 132 d.C. que duró unos dos años y medio, liderados por Bar Kochba.
Aunque el ejército romano sufrió muchas bajas en esta revuelta, finalmente logró someter a los judíos, cuyos sobrevivientes fueron expulsados definitivamente de Jerusalén o vendidos como esclavos. Entonces la ciudad de Jerusalén fue reconstruida como una ciudad griega y rebautizada con el nombre de Aelia Capitolina. Mientras que a la provincia de Judea se le comienza a llamar “Palestina” o tierra de los filisteos, en un intento de borrar completamente la memoria del pueblo de Israel en conexión con ese territorio.
Unos años más tarde, en el 637 d. C., los musulmanes conquistan las localidades situadas en la franja costera y se inicia una época en que Palestina cambió de manos varias veces, incluyendo el dominio de los famosos cruzados; hasta que en el 1291 vuelve a pasar a mano de los musulmanes en tiempos de Saladino. Los sultanes turcos, herederos del Califa, extendieron su dominio al territorio Palestino en 1516, viniendo así a formar parte del Imperio Otomano hasta la primera Guerra Mundial. De manera que, durante 400 años Palestina, estuvo en manos de los turcos.
En el ínterin, los judíos que fueron desterrados establecieron comunidades en los cinco Continentes, sufriendo mal trato en muchas ocasiones, en mayor o en menor grado. Para finales del siglo XIX se levantó un fuerte antisemitismo, tanto en Europa Central como en Europa Occidental, lo que fortaleció la identidad judía y la convicción de que la única solución factible para ellos era radicarse en un estado judío independiente.
Así nace el sionismo, un movimiento político organizado, de corte secular (no religioso) y nacionalista, que impulsa el retorno de los judíos a la tierra de Palestina, en un momento en que el Imperio Otomano se encuentra muy debilitado. En 1882 comienzan las oleadas de inmigrantes a regresar a Palestina, de manera que para 1914 había unos 85,000 judíos en la región. Esto trae como consecuencia un despertar del nacionalismo Árabe que no ve con buenos ojos la inmigración y asentamiento de los judíos.
El asunto toma un  giro más complejo durante la Primera Guerra Mundial cuando, en 1917, los británicos ponen fin al control del imperio Otomano sobre Palestina en Diciembre de ese año, tomando el mando de la situación, y teniendo como agenda el establecimiento en Israel del Hogar Nacional de los judíos, tal como estaba contemplado en la famosa declaración Balfour fechada el 2 de Noviembre de 1917. Esta declaración señalaba “que no se hará nada que perjudique los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”. Lo que no estaba claro era cómo habría de establecerse un hogar nacional para el pueblo de Israel, sin afectar a los palestinos que habitaban esas tierras por generaciones.
Con la llegada de Hitler al poder, en 1933, las inmigraciones legales e ilegales se multiplicaron como nunca antes, de tal manera que para 1936 la población judía era de unos 400,000 habitantes. Los conflictos entre árabes e israelíes se fueron haciendo cada vez más violentos, hasta que en 1947 los ingleses decidieron poner en mano de la recién creada ONU el problema de estas dos comunidades en continua lucha. La ONU recomienda la partición de Palestina en dos Estados independientes, uno árabe y el otro judío, dejando a Jerusalén como zona internacional. Los israelitas aceptan el plan de partición en el que a ellos se les otorga el 55% del territorio de Palestina, pero los árabes lo rechazaron rotundamente, alegando, entre otras cosas, la injusticia de que se le cediera a Israel un territorio mayor cuando apenas tenían unas décadas allí y eran casi 3 veces menos en número.
Finalmente, el 14 de mayo de 1948 David Ben Gurión proclama unilateralmente el nacimiento del Estado de Israel, lo que trae como consecuencia que al día siguiente ejércitos árabes invadieran Palestina. Al término de la guerra, en julio de 1949, Israel sale victoriosa ocupando el 77% del territorio de la Palestina histórica (ese territorio sería aún mayor después de la guerra de los 6 días, en junio de 1967, cuando Israel añadiría a su territorio unos 69 mil km2).
Como consecuencia de este conflicto un poco más de 700.000 árabes palestinos se vieron obligados a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados en los países vecinos, quedando sólo unos 100.000 palestinos en territorio israelí. Actualmente la población Palestina asciende a 4.260.000 personas, un tercio de los cuales vive en Gaza y Cisjordania, mientras que más de un millón vive en el mismo Israel.
Esa es, básicamente, y visto de una manera muy resumida, el trasfondo de la crisis que hoy se vive en Medio Oriente, para la cual no se vislumbra una solución a corto plazo. David Ben Gurión resumió en pocas palabras la naturaleza y profundidad de esta crisis, cuando dijo en cierta ocasión: “Todo el mundo considera problemáticas las relaciones entre judíos y árabes. Pero no todos ven que esta cuestión es insoluble. Un abismo separa a las dos comunidades… Queremos que Palestina sea nuestra nación. Los árabes quieren exactamente lo mismo”.
Sin embargo, como vimos al principio, para muchas personas este conflicto está tan claro como la luz del medio día. Si el pueblo de Israel es la nación escogida por Dios, y la tierra de Palestina es suya por derecho divino, entonces lo ocurrido en 1948 no fue más que el cumplimiento del plan profético de Dios para con ese pueblo. Pero, ¿es realmente así? ¿Fue el nacimiento del Estado moderno de Israel el cumplimiento de alguna profecía bíblica? ¿Posee Israel algún derecho divino sobre la tierra de Palestina?
Eso lo veremos más adelante, si el Señor lo permite.


© Por Luis Rodríguez. Débil es la razón sino se llega a comprender que hay un Dios que la sobrepasa.  . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia en virtud de proclamar el Señorío de Cristo nuestro Dios.


Una perspectiva bíblica del conflicto entre Israel y Palestina


Una perspectiva bíblica del conflicto entre Israel y Palestina

Jewish Man Praying in Field of Wildflowers at SunrisePara tener una perspectiva bíblica del actual conflicto entre Israel y Palestina debemos considerar tres aspectos distintos de esta cuestión, pero que están profundamente relacionados entre sí: 1) el propósito de la existencia de Israel como nación; 2) la promesa de la tierra y su significado; y 3) la identidad de los verdaderos recipientes de la promesa dada por Dios en Su pacto con Abraham.
El propósito de la existencia de Israel como nación
Podemos ubicar el origen de la nación de Israel en el llamamiento de Abraham, en Gn. 12:1-3: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
Dios llamó a Abraham a salir de su tierra y de su parentela, a una tierra en ese momento desconocida para él, y en ese llamamiento le promete, entre otras cosas, hacer de él una gran nación y por medio de él bendecir a todas las familias de la tierra. Así que desde el principio era obvio que la formación de Israel no era un fin en sí mismo. Esta nación habría de ser un instrumento clave en las manos de Dios para llevar a cabo Su plan de redención para todos los hombres sin distinción de raza.
En Gn. 3:15 Dios prometió enviar a un Salvador, nacido de mujer (es decir a un ser humano), que habría de redimir al hombre del pecado y que habría de revertir los efectos de la caída. Es en cumplimiento de esa promesa que el Señor escoge a Abraham y entra en pacto con él y le promete como parte de ese pacto la tierra de Canaán por heredad perpetua (comp. Gn. 15).
Ahora bien, ¿por qué Dios prometió específicamente esa tierra y no otra? Porque la tierra de Canaán ocupaba un lugar estratégico en esa región, como una especie de puente estrecho que conectaba África, Europa y Asia. En Ez. 5:5 Dios dice de Jerusalén: “La puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ellas”. Esa no fue una elección antojadiza. Israel era el paso obligado entre el norte y el sur; lo que permitiría a las naciones entrar en contacto con esta nación gobernada por Dios mismo y poder conocer así al Dios de Israel (comp. Ex. 19:5-6).
Por cuanto toda la tierra es del Señor, Dios escoge a Israel, le revela Su voluntad y lo coloca en ese lugar para cumplir así Sus propósitos redentores para con toda la humanidad (comp. Deut. 4:5-8). De manera que la tierra de Israel era un lugar estratégico para el cumplimiento de los planes redentores de Dios para con todas las familias de la tierra, pero al mismo tiempo simbolizaba las bendiciones de Dios prometidas a Su pueblo en el contexto de Sus propósitos redentores.
La promesa de la tierra y su significado
En el antiguo pacto el Señor hizo uso de muchos tipos y figuras con el propósito de enseñar a Su pueblo algunas verdades espirituales. Esos tipos y figuras no eran un fin en sí mismos; es por esa razón que al hacerse realidad aquello que esas cosas prefiguraban, las figuras mismas perdieron su razón de ser.
Por ejemplo, todo el sistema de sacrificios y rituales que los judíos practicaban en el AT, no eran más que figuras de la obra de redención que el Mesías habría de llevar a cabo con el sacrificio de Sí mismo. Es por eso que todos esos rituales y sacrificios fueron descontinuados cuando Cristo muere en la cruz.
Pues de la misma manera, la tierra prometida en el antiguo pacto al pueblo de Israel prefiguraba bendiciones más amplias para el pueblo de Dios; miraba hacia una realidad más gloriosa que a una simple franja de tierra en Medio Oriente. Esa tierra simbolizaba el paraíso que perdieron nuestros padres en la caída y que Cristo vino a recobrar a través de Su obra de redención.
Noten lo que dice el autor de la carta a los Hebreos acerca de Abraham, en He. 11:8-10: “Por la fe Abraham,  siendo llamado,  obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.
Abraham no veía la posesión de esa franja de tierra en Canaán como el objeto primario de la promesa divina, sino lo que esa tierra prefiguraba. No sabemos qué tanto pudo haber entendido Abraham con la luz que tenía, pero la promesa central del pacto que Dios hizo con él era una nueva tierra en la cual mora la justicia y de la cual la tierra de Canaán no era más que un tipo o figura (comp. Sal. 37:3, 8-9, 11, 22, 29, 34).
Cuando llegamos al NT vemos claramente las implicaciones de esta promesa de Dios. El Señor dice a Sus discípulos en las bienaventuranzas, en Mt. 5:5, que los mansos heredarán la tierra, en una clara referencia al Salmo 37. Y hablando acerca de la promesa que Dios le hizo a Abraham, Pablo dice en Rom. 4:13: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe”. No heredero de una franja de tierra en Medio Oriente, sino heredero DEL MUNDO. A través de la obra de Cristo, el paraíso perdido vendrá a ser el paraíso recobrado (comp. Rom. 8:19-21). Esta promesa no es para los descendientes físicos de Abraham, los judíos, sino para todos aquellos que por la fe en Cristo han venido a ser herederos de esa promesa, como veremos más ampliamente en nuestro próximo artículo.
© Por su hermano en Cristo  Luis Rodríguez.  Débil es la razón sino se llega a comprender que hay un Dios que la sobrepasa.  . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia en virtud de proclamar el Señorío de Cristo nuestro Dios.